Comechingones

Comechingón es la denominación vulgar con la cual se alude a dos etnias originarias de la República Argentina, los hênîa y los kâmîare, que a la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI habitaban las Sierras Pampeanas, de las actuales provincias de Córdoba y San Luis

Translate

Antiguos habitantes de San Luis y Córdoba Los comechingones, “gente de las cuevas”

 Sedentarios, agricultores, pastores, artesanos, tejedores y tocados por la inquietud artística, los comechingones desarrollaron en el territorio argentino una de las culturas indígenas más evolucionadas, solo aventajada por los pueblos del noroeste.

La autonomía de estos indios en la zona no alcanza la profundidad temporal que durante siglos supusieron arqueólogos e historiadores. Las últimas investigaciones han demostrado que desde 6 u 8 milenios antes de Cristo y hasta 500 o 1000 años de nuestra era, la región estuvo poblada por una civilización primitiva que Alberto Rex González y José A. Pérez en su obra Argentina Indígena han dominado cultura de Ayampitín.

Se trataba de pueblos con una economía cazadora a cuyo servicio desarrollaron una rústica industria paleolítica de puntas de flechas, hachas de construcción básica y algunas conanas fijas que denotan una incipiente iniciativa recolectora. A veces la casualidad y otras la búsqueda ordenada han permitido exhumar en la zona, algunos testimonios líticos.


Cuando descubridores y conquistadores pusieron su planta en esta región hacía 500 o 1000 años que la cultura de Ayampitín había sido reemplazada, absorbida o perfeccionada por étnos más evolucionados que bajaron del norte y que se llamaban comechingones.


Comechingonia


Los comechingones de “come” cueva y “chingón” habitantes, “gente de las cuevas”, así nombrados por las características de sus casas semisubterrámeas, o “indios barbudos” por la fisonomía barbada que los distinguía de las otras razas aborígenes generalmente carilampiñas, “o indios de las sierras” por el ámbito geográfico de su hábitat o “serranos” y “algarroberos” según el predominio de su dieta y economía, o “camiares” por la lengua comarcal de su conversación, iniciaron su asentamiento en los cordones australes de las Sierras Pampeanas a partir del siglo V de nuestra era, completándolo en los quinientos años posteriores. Durante ese periodo ocuparon desde Cruz del Eje hasta el arroyo de La Punilla, los valles intermontanos, las pampas y planicies elevadas y los contrafuertes y llanuras circundantes que se extendían al naciente, poniente y sur del mencionado sistema geográfico.


Sin exagerar la precisión de la carta étnica, puede ubicarse el país de los comechingones en la región serrana de Córdoba y San Luis y las zonas periféricas.


Las variantes topográficas del país impusieron su división en provincias; Camicosquín, Salsacate y Chocancharagua en Córdoba; Yungulo, Coslay y Conlara en San Luis.


Las distintas posibilidades de subsistencia que ofrecían la sierra y el llano, determinaron formas de economías diferenciadas, y esto también impuso nominaciones generales.


A los habitantes de la sierra, que aprovechando la fertilidad de los valles y la facilidad de irrigación, optaron por la vida sedentaria sostenida por los frutos de los ciclos agrícolas, se les llamó “serranos”. Los pobladores del llano, cubierto de monte xerófilo, que balanceaban su dieta con el producto de la actividad recolectora, recibieron el mote de “algarroberos”.


Hubo también otras denominaciones de las parcialidades, basadas más en los relatos de las crónicas y la memoria de las tradiciones, que, en las diferencias étnicas de las tribus, como prueban las opiniones siguientes:


El documentado historiador Juan B. Fassi llamó “muturos” a los indios que vivieron entre los ríos Tercero y Quinto, haciendo derivar su nombre en un cacique homónimo y fundando tal aseveración en declaraciones de sus propios encomenderos registradas en los libros de Mercedes de Encomiendas.


El ámbito geográfico que les fijó y la mención de pueblos con los nombres de Tonchara, Quimi y Chalanta que bien podrían corresponder a los actuales puntos de Conlara, Quines y Chalanta, significaría que la provincia de los “muturos” abarcaba todo el valle del Conlara, región habitada desde tiempo inmemorial por los michilingües, según el historiador puntano Juan W. Gez.


Con respecto a esta última tribu, no han faltado quienes cuestionaron su existencia como puede deducirse del texto que se transcribe:


“Acerca de los michilingües Cañais Frau dice: ignoramos cuando aparece por primera vez aquella denominación. En los documentos que hemos visto no lo hemos encontrado. Tampoco los cronistas coloniales la emplean. En cambio, el historiador local Juan W. Gez menciona reiteradamente este nombre. De todas maneras, este nombre de michilingües no puede haber servido nunca como denominación genérica de los indios sedentarios de San Luis, sino a lo sumo ha sido el nombre particular de una de sus parcialidades”.


En síntesis, los aborígenes que poblaron la región, fueron los comechingones, cualquiera hayan sido los nombres o títulos derivados de las casi imperceptibles diferencias etnográficas o culturales.   


Origen. Caracteres generales


No hay criterio unánime sobre el origen de este grupo, razón por la cual los etnógrafos han formulado diversas hipótesis, entre las que, por sus fundamentos científicos pueden anotarse los siguientes:


a) Investigaciones realizadas en la Universidad Nacional de Cuyo, fundamentadas en ciertas afinidades físicas y culturales, han sostenido la procedencia huárpida de los comechingones, siendo esta afirmación sustentada y publicada por historiadores de sólida erudición.


“Con la llegada de los españoles a Córdoba comenzó el reparto de los indios para que prestaran por medio del sistema de encomiendas sus servicios personales a los conquistadores. Con la mezcla de los indios producida por los repartos y la educación en la lengua quichua, impuesta por los españoles, lo que facilitó el mestizaje, se extinguieron en tiempos de la colonia, los indios comechingones de rancia estirpe huárpida”


b) Antonio Serrano, autor de un trabajo notable sobre este pueblo, atendiendo a precisiones antropométricas ha formulado la siguiente conclusión:


“Por los caracteres craneométricos que anteceden, pueden indicarse pues estos indígenas entre los límites ofrecidos por las variantes que muestran los distintos Pueblos que integran la unidad racial conocida bajo el nombre de Pueblos Andino


C) Por último, no faltan quienes sostienen la plena autoctonía de la raza cuya raigambre tal vez alcanzó los etnos primigenios de la región y cuya evolución cultural se vio impulsada por influencia de los grupos periféricos de neta formación andina


“…Los conocimientos actuales acerca de los antiguos pobladores de las sierras de Córdoba y San Luis, sugiere la idea de que esta región constituye una verdadera ínsula etnográfica dentro de la cual se han conservado los elementos de una cultura primordial que, en cierta época, habría sido común a buena parte del noroeste argentino. Influencias extrañas habrían hecho evolucionar intensamente aquella cultura en provincias aledañas a nuestra ínsula, a la cual, habrían mantenido aislada especiales condiciones geográficas”


Entre el indio de la pampa, menudo, desgarbado, de andar bamboleante, y el indio del noroeste, macizo pero mediano, los comechingones sobresalieron por el porte bizarro de su estampa.


De buena estatura, piel más clara que la de sus semejantes inmediatos, rostro enmarcado por espesa barba y cierta apostura no exenta de reciedumbre, constituyeron una excepción física entre la chatura antropológica que perimetraba su dominio. Excepción percibida por los primeros cronistas que los conocieron y cuyo asombro se traduce en el boceto de uno de los conmilitones Diego de Rojas:


“Fuimos a la sierra, a la provincia de los comechingones que es la gente barbuda”


La presencia física se complementaba con atuendo sencillo pero demostrativo de una prolija evolución de las labores textiles.


“Las camisetas que traen vestidos son hechas de lana y tejidas primeramente con chaquira a manera de malla menuda de muchas labores en las aberturas y ruedos y bocamangas”


“De verano traen unas camisetas no muy largas y de invierno mantas de una lana basta. Las mujeres también andan vestidas de esta ropa”


Por último, puede decirse que no eran indiferente a joyas y aderezos, con los que completaban su atavío y a cuya elaboración concurrían su habilidad tejedora y una técnica embrionaria del laboreo metálico.


Economía


La condición de pueblos primitivos no impidió a los comechingones alcanzar una economía de subsistencia, segura y estable, garantizada especialmente por la práctica de la agricultura.


Los conquistadores quedaron asombrados del primor de sus labrantíos cuya profusión y exuberancia ocultaban las achaparradas viviendas de sus pobladores. Lo fecundo de sus cultivos, más que un don de la tierra, era el resultado de un esfuerzo incesante que empezaba desbrozando el malezal, seguía nivelando o roturando el terreno y terminaba construyendo prolijos conductores de irrigación para asegurar el riego a sus sementeras.


Los comechingones alternaban la tarea agraria con la actividad recolectora, debiendo aceptarse que esta fue anterior en la evolución de su economía, y acaso la más segura fuente de mantención, dada la resistencia de estas especies botánicas a las adversidades climáticas.


Tanto debió ser la importancia de este sustento en la vida de estos aborígenes que el mote de “algarroberos”, sirvió para nominar a las parcialidades que acentuaron por necesidad o ubicación la economía cimentada en la recolección de tales frutos.


Las crónicas, las excavaciones arqueológicas y los ideogramas de su arte rupestre, demuestran el ejercicio de sus costumbres pastoriles.


En las pictográficas de las cuevas y aleros de Intihuasi abundan las figuras de llamas, guanacos y algunos camélidos menores mezcladas con las de otros animales de la zona, los que probaría que los “comechingones poseían llamas y tal vez alpacas, es decir las dos especies domesticadas”.


Esta suposición se consolida porque los “restos óseos de llamas son abundantes entre los paraderos de Córdoba y posiblemente también lo sean los de alpacas”.


Por último, si todo esto resultaba insuficiente, podían apelar el más antiguo medio de subsistencia: la caza.



Vivienda


Desde la Relación Anónima a Alberto Rex González, sin omitir a Cieza de León, Antonio Serrano y otros estudiosos de este tema, todas las opiniones coinciden en la descripción de la forma y estructura de la vivienda de los comechingones.


La misma se excavaba en el suelo hasta una profundidad que podía alcanzar el metro y medio. De forma cuadrada y rectangular, tres de sus paredes se cortaban en forma perpendicular al piso, mientras que la cuarta afectaba una inclinación de rampa lisa o escalonada y servía de accesos a la habitación. El techo de esta casa semisubterránea se cubría de madera, rama, paja u otros materiales análogos. En cuanto a su tamaño, variaba según el número de los ocupantes que albergaba, aunque la mayoría está de acuerdo en señalar la amplitud de sus dimensiones.


Los pueblos estaban formados por grupos de quince a cuarenta casas y la distancia entre ellos no excedía la legua.


El hallazgo casual en nuestra zona de numerosas piezas líticas (bolas, morteros, conanas, hachas, etc) en un mismo punto puestas al descubierto por la erosión natural o excavaciones imprevistas, permiten suponer que estos yacimientos señalan la ubicación de antiguas viviendas comechingonas, cubiertas por los sedimentos de varios siglos.


Finalmente puede decirse que tan modesta arquitectura perdió vigencia con la llegada de los españoles y la extinción de la raza nativa. Sin embargo, todavía en nuestros días no es improbable; encontrar en la sierra, el monte o el campo, algunas construcciones primitivas, semihundidas en la tierra con techo de paja, palma o cinc, que evocan inmediatamente la traza de las “cuevas comechingonas”. Últimos vestigios de la cultura madre, fundada como todas las culturas de la tierra en el aprovechamiento de los medios físicos inmediatos para los fines vitales de la especie.


Ocaso y extinción de la raza


Los conquistadores encontraron en los valles, cerros y pampas de las Sierras Centrales una población numerosa en relación con las otras regiones del país.


De acuerdo con esta cantidad y considerando el área geográfica ocupada por los comechingones, Alberto Rex González asigna a esta población densidad aproximada de 15 individuos por cada 100 kilómetros cuadrados.


Existe una estimación más generosa sobre el número de aborígenes de esta raza:


“La comechingona primaba en número, unos 40.000 al fundarse Córdoba, distribuida en numerosos pueblos y paraderos, a veces formando aldeas o ayllus, llamadas también parcialidades”.


Dos siglos después, según el censo ordenado por el Marqués de Sobremonte en 1785, únicamente sobrevivían 600 individuos de este grupo étnico. La especie había claudicado ante la conquista por las razones que se formulan.


Los comechingones eran indios sedentarios, ligados al pago por el fervor telúrico que generan el trabajo paciente y la residencia secular. Este arraigo desarrolló en ellos el hábito de laboriosidad estacionaria: agricultura, pastoreo, artesanía, tejido, etc, que proveían con insuficiencia los reclamos de una economía primitiva y estable. La pasividad de esta situación les privó del afán de las conquistas y del quehacer guerrero. Por eso sin estar desprovisto de valentía, eran mansos, dóciles y pacíficos. Sus armas eran aptas solo para la práctica de la caza. Ni siquiera envenenaban sus flechas. Sus casas servían para viviendas, pero como refugio carecían de toda seguridad. Sus pueblos eran abiertos, y aunque referencias de los pucarás, en ninguno de ellos intentaron otra fortificación que “cercados con cordones y otras arboledas espinosas”.


Tanta confianza y mansedumbre abrieron fatalmente las puertas a la conquista y con ella llegaron:


Las causas anotadas diezmaron los pueblos y aceleraron la decadencia de las tribus más dóciles y accesibles que por fuerza o voluntad acepataron la convivencia con los blancos. Las que se rebelaron no tuvieron mejor suerte porque las represalias fueron despiadadas e indiscriminadas. Por último, las que optaron por la evasión hacia la pampa sureña, huyendo de las llamas cayeron en las brasas. Los ranqueles las acogieron como a parientes pobres y desvalidos. Sometieron a los hombres, cautivaron a las mujeres y vendieron en Chile la población adolescente.


Ni los civilizadores del norte ni los bárbaros del sur tuvieron piedad con este pueblo ordenado, laborioso y pacífico.   


Salvaje para aquellos, aculturado para éstos, les resultó imposible encontrar una fórmula de coexistencia que le permitiera entre ellos la práctica inmemorial de vivir y multiplicarse.


Su cultura- las más evolucionada de la región- no le escudó de la superioridad de unos y la brutalidad de otros, que aplicando distintos procedimientos alcanzaron en común idénticos resultados: el exterminio de la raza.


Ahora, los comechingones, solo encarnan una referencia etnográfica que perdura en algunas voces de la toponimia lugareña, en ciertas artesanías líticas, en una imprecisa signografía rupestre… y también a veces la piel, el gesto o la mirada de unos pocos hombres y mujeres que habitan todavía los pueblos serranos de Córdoba y San Luis.


(Fuente: Achiras Histórica, de Miguel Angel Gutierrez, publicado por UniRío Editora (Universidad Nacional de Río Cuarto)


Comechingones localidad en argentina

Comechingones (también conocida como Pueblo Comechingones) es una localidad situada en el departamento Río Primero, provincia de Córdoba, Argentina. Preguntas relacionadas ¿Dónde vivían los comechingones en Córdoba? ¿Dónde se encuentran actualmente los comechingones? ¿Cómo era la cultura de los comechingones? ¿Cómo vivían los comechingones y como eran sus casas? Comentarios

Historia de la provincia de Córdoba

 

Historia

Con la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI, la región de esta provincia estaba habitada por los comechingones, en su mayoría en la región serrana, a su vez se extendían hasta la región pampeana compartiendo territorio con los trashumantes Het, en la zona noreste estaban sufriendo una invasión por parte de los sanavirones. Por su parte, en el noroeste se encontraban los olongastas, una parcialidad de los diaguitas, mientras que por las orillas del río Carcarañá se encontraba la etnia epónima, muy influida culturalmente por los guaraníes.

Los primeros pobladores

En el actual territorio cordobés vivían los pampas, los sanavirones, los diaguitas y los comechingones. Los aborígenes pampas habitaban la región de la pampa húmeda y el sudoeste de la llanura occidental; como eran nómades, dormían bajo toldos que eran fáciles de transportar. comían carnes y pescados secados al sol, frutos silvestres y semillas. cazaban guanacos, venados, liebres y ñandúes. Los sanavirones se extendieron por el norte cordobés.

Eran lampiños y de piel oscura. sus casas estaban hechas de adobe con techo de pala y sabían construir acequias y represas para juntar el agua. cultivaban la tierra y criaban ganado. Para pelear usaban el arco y la flecha y las boleadoras. Los grupos diaguitas vivían en la pampa seca, al noroeste de la provincia. usaban largas trenzas y hablaban una lengua llamada kakan (o cacán), pero cuando se extendió el dominio inca adoptaron el quichua. Eran sedentarios, cultivaban pequeñas parcelas de tierra que tenían junto a cada casa; fabricaban tinajas y vasijas con barro cocido.

Los comechingones ocupaban la región de las sierras. Vivían principalmente en cuevas, de ahí viene su nombre, que significa "habitantes de las rocas" cazaban guanacos y ciervos; cultivaban maíz, poroto y quinoa y tejían con la lana de llamas y alpacas. Ellos también, como sucedió con los diaguitas, recibieron la lengua impuesta por los incas. En 1903 se descubrieron pinturas rupestres de los comechingones en cerro colorado y en inti Huasi, En ellas aparecen Figuras humanas, animales y formas geométricas pintadas en rojo, blanco y negro.


Las primeras exploraciones

En 1543 Diego de Rojas, procedente del Cuzco, exploró la región, internándose en las sierras de Córdoba. Tres años después, Francisco de del Mendoza y de Nicolás de Vedia llegaron hasta los dos hoy conocidos como Tercero y Carcarañá. Hacia 1571, el virrey del Perú, Francisco de Toledo ordenó a Jerónimo Luis de Cabrera que avanzara hacia el valle de Salta, con la precisa instrucción de fundar allí una ciudad.

Para ello, le confirió poderes de gobernador, capitán general y justicia mayor de las provincias del Tucumán. Cabrera consideró que era más conveniente realizar una fundación al sur de Santiago del Estero, en tierra de los comechingones. En la época se comentaba que era una tierra fértil y con habitantes pacíficos.

Luego de partir de la ciudad de Santiago del Estero con un grupo de algo más de 100 hombres, Cabrera decidió fundar la nueva ciudad junto al río Suquía.

Fundación de la ciudad

El 6 de julio de 1573 Jerónimo Luis de Cabrera fundó la ciudad de Córdoba de La Nueva Andalucía, a orillas del río Suquía, en un sitio llamado Quizquizacate por los lugareños ("Encuentro de los ríos" en idioma sanavirón). El nombre dado por Cabrera a la ciudad es un homenaje a su mujer, Doña Luisa Martel de los Ríos, cuya familia provenía de la provincia española de Córdoba en la comunidad de Andalucía.​
Cabrera buscaba dos objetivos: uno de ellos era disponer de una salida a "La Mar del Nord", es decir al Océano Atlántico, ya que creyó que la Laguna de Mar Chiquita era una bahía de este océano; y también intentó fundar una ciudad a orillas del río Paraná.;​ y el segundo de los objetivos era la fabulosa Ciudad de Los Césares, y por esto desobedeció las órdenes del virrey del Perú y fundó la ciudad de Córdoba al sur de la jurisdicción que se le asignara,  más tarde, el 6 de julio de 1573, Cabrera nombró a su representante en la ciudad: Lorenzo Suárez de Figueroa..

Hasta 1620 Córdoba había sido solo una plaza de venta de esclavos, luego del descenso de la población indígena, los esclavos tomaron su lugar en la producción. Durante la segunda mitad del siglo XVII las guerras calchaquíes y las incursiones en la región del Chaco proporcionaron nuevos contingentes de familias indígenas (quilmes, mocovies y tobas) que fueron encargados en encomienda a los vecinos. 

En 1622 se creó la Aduana Seca de Córdoba con la intención de impedir el contrabando de la plata y oro obtenidos del Noroeste y del Alto Perú, así como de regiones serranas (por ejemplo de las minas de oro de La Carolina (San Luis)), y exportados ilegalmente por el puerto de Buenos Aires. Paulatinamente, Córdoba fue ganando valor estratégico, hasta que en 1784 se convirtió en intendencia gobernación, con jurisdicción sobre la región de cuyo, una vez creado el virreinato del Río de la Plata.

Los Jesuitas

Luego de realizada la fundación, llegaron distintas órdenes religiosas: la jesuita, la franciscana y la mercedaria. Su objetivo era evangelizar y educar a los aborígenes y a los hijos de los conquistadores.
Los padres de la orden de la compañía de Jesús construyeron capillas y fundaron centros de colonización en santa Catalina (el establecimiento más importante), Alta Gracia y Jesús María. Pusieron mucho énfasis en el aspecto cultural y en la educación. En la ciudad de Córdoba, los jesuitas fundaron el colegio Máximo (1610), que dio las bases a la actual Universidad Nacional, y el colegio de Nuestra señora de Monserrat. En el último se instaló, en 1765, la primera imprenta del territorio argentino. 

El desarrollo de la provincia en estos tiempos se vio favorecido por los franciscanos y los jesuitas, que buscaban evangelizar a los nativos del lugar. Construyeron estancias, templos, edificios, y desarrollaron un sistema cultural, religioso, educativo y político. En 1613 fundaron la primera universidad de Argentina, en la actualidad la Universidad Nacional de Córdoba​. El Camino de las Estancias Jesuíticas y la Manzana Jesuítica fueron de una importancia tal que fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000.​ En 1767 los jesuitas fueron expulsados por el rey Carlos III de España.

En 1774 el cambio del cura en la capilla de Pocho enfrentó a las autoridades obispales con José de Isasa y José de Tordesillas, dos personas influyentes del lugar. El obispo amenazó con recurrir al Tribunal del Santo Oficio, mientras que Isasa armó a doscientos hombres para marchar sobre Córdoba y hacer valer sus razones. Estos desistieron de su propósito antes de cruzar el río Primero o Suquía y la situación se resolvió pacíficamente.


Virreinato del Río de la Plata

En 1776, dado que formaba parte de la Gobernación del Tucumán, pasó a integrar el recién creado Virreinato del Río de la Plata. La región contaba por entonces con 20.000 habitantes.

Al subdividirse administrativamente el virreinato del Río de la Plata, conforme a la Real Ordenanza de Intendentes del 28 de enero de 1782, la actual provincia de Córdoba quedó ubicada dentro de la Gobernación Intendencia de San Miguel de Tucumán.
La Real Cédula del 5 de agosto de 1783, suprimió la Gobernación Intendencia del Tucumán, con lo cual Tucumán junto con Catamarca, Santiago del Estero, Jujuy, Salta, Tarija y la Puna de Atacama, pasó a integrar la nueva Gobernación Intendencia de Salta del Tucumán, con sede gubernativa en Salta (desde 1792). Mientras el resto del territorio formó la Gobernación Intendencia de Córdoba del Tucumán que incluía a Córdoba, San Luis, Mendoza, San Juan y La Rioja.

Su primer gobernador intendente fue el marqués Rafael de Sobremonte, quien más adelante sería virrey del virreinato del Río de la Plata.

La Villa de la Concepción del Río Cuarto fue fundada el 11 de noviembre de 1786 por orden de Rafael de Sobremonte, por entonces Gobernador Intendente de Córdoba del Tucumán. El 19 de marzo de 1798 quedó instalado el Cabildo.

Invasiones inglesas

En año 1806 tuvieron lugar las Invasiones Inglesas al Río de la Plata, en las cuales gran parte de la Banda Oriental y de la provincia de Buenos Aires quedaron bajo ocupación del Reino Unido. El 27 de junio la ciudad de Buenos Aires se rindió a los británicos, mientras que el virrey Rafael de Sobremonte se retiró hasta la ciudad de Córdoba junto a unos centenares de milicianos. El 14 de julio siguiente Sobremonte nombró a la ciudad de Córdoba capital provisional del virreinato, llamando a desoír cualquier orden proveniente de Buenos Aires mientras estuviera ocupada. Desde Córdoba Sobremonte comenzó a reunir fuerzas para expulsar a los británicos, a las cuales se sumó la población porteña. La ocupación británica fue expulsada por las fuerzas de Santiago de Liniers, habiendo también contingentes al mando del cordobés Juan Bautista Bustos. Al final de la guerra Liniers sería aclamado popularmente y elegido como gobernante en lugar de Sobremonte, que se trasladaría a la Banda Oriental y luego sería depuesto como virrey, lo cual impulsaría los movimientos independentistas.

Los comenchingones

Los comenchingones 
El término comechingon procede de «comi» que significa sierra «chin» pueblo «gon» plural de la palabra pueblo entonces comechingon significa «pueblos de las serranías». Los comechingones habitaban en el nordeste de San Luís, en las sierras de Córdoba, en el centro de la Argentina; ocupando lo que hoy es la zona de Calamuchita, San Javier y Los Molinos.
Los hombres eran morenos, altos, se dejaban crecer la barba y las mujeres, usaban flequillo, se trenzaban el pelo y lo adornaban con vinchas o cubre nuca de lana que caía hasta los hombros.Esta tribu vestían ropa de lana, sus prendas más comunes eran: el delantal atado a la cintura con una faja y una túnica (como un poncho con los lados cocidos). La ropa solía estar adornada con chaquira (disquitos de conchilla) y tientos (tiritas de cuero), en los pies llevaban ojotas de fibra vegetal trenzada, los caciques, guerreros y curanderos lucían trajes de cueros muy elaborados y cubiertos con plumas. En ocasiones muy especiales llevaban en la cabeza mandíbulas de animales de salvaje.
Todos los pueblos tenían tierras que eran de su propiedad, también cazaban y pescaban, las tierras estaban divididas por una pared bajita y de piedra que era llamada «pica» o por unos cercos realizados con espinillos. Los comechingones tenían prolijos maizales y huertas, en estas huertas cultivaban porotos, zapallos, papas, quínoa y maní. Para poder cultivar esas tierras que eran muy secas, ya que la lluvia era muy escasa y necesitaban que esos cultivos florecieran, construyeron represas y canales de riego que por supuesto llegaban a los campos sembrados.
Esta tribu criaba aves en los corrales. De las aves se juntaban majadas de llamas y alpacas (animal muy parecido físicamente a las llamas), con la lana que obtenían de la llama y de alpaca se tejían sus ropajes. Estas tribus cazaban y cuando crecía el río se construía un pescadero en la orilla para de esta manera poder pescar lo suficiente como para que pueda comer su tribu.
En lo que se refiere a las principales industrias. La cerámica no tuvo un gran desarrollo pero estuvo presente, otras industrias fueron las textiles, el hueso, la piedra, y la metalurgia casi ni existió, también aparece mucho las hachas de piedra pulida. En los tejidos se utilizaba el telar andino, la cerámica era bastante simple con pocas formas. Es frecuente el hallazgo de trozos de cerámica con impresiones de cestos y redes, que servían a las piezas como moldes. También se encontraron algunas estatuillas con forma de cuerpo femenino. La pintura es excepcional y es muy común, son sencillas guardas geométricas incisas.



Jerónimo Luis de Cabrera durante la fundación de Córdoba

Jerónimo Luis de Cabrera durante la fundación de Córdoba 
En junio de 1573, el gobernador Cabrera preparó mulas, caballos, ovejas, cerdos, gallinas, todo en un total de mil animales. Tomó más de 100 hombres de las ciudades de Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán y Nuestra Señora de Talavera, y marchó hacia el sur, hacia la región de los comechingones. Cabrera decidió desobedecer expresamente el mandato virreinal y fundar una ciudad más al sur. Eligió una región de tierra más fértil y clima más benigno que la de Santiago del Estero. Tras un primer intento el 24 de junio de 1573 en el asiento de Quisquisacate, el 6 de julio fundó una ciudad a la que llamó Córdoba de la Nueva Andalucía​ a orillas del río Suquía, al cual llamó río de San Juan (después sería río Primero).



Jesuitas en Córdoba

Jesuitas en Córdoba 
En el lapso comprendido entre 1599, año de la llegada de los Jesuitas a Córdoba, y 1767, cuando se produce la expulsión de la orden por el rey Carlos III de  España, la Compañía de Jesús estableció un sistema cultural-social único en la América hispana que marcó el desarrollo de la provincia. El sistema, centrado en la Ciudad de Córdoba, se organizó alrededor de las empresas educativas y espirituales de la Compañía, dando origen  al Colegio Máximo en 1610, a la  Universidad en 1622, al Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat en 1687 y al Noviciado, que son los puntos destacados de lo que se conoce como "Manzana Jesuítica". Para asegurar el sustento económico de esos emprendimientos, se organizó y consolidó un sistema de estancias, establecimientos rurales productivos situados en el interior de la provincia. El carácter único de estos testimonios patrimoniales han sido reconocidos por la UNESCO, que a fines del año 2000 ha declarado al "Camino de las Estancias Jesuiticas" y a la "Manzana Jesuítica" como "Patrimonio de la Humanidad". Las estancias fueron Caroya (1616), Jesús María (1618), Santa Catalina (1622), Alta Gracia (1642), La Candelaria (en 1678) y San Ignacio (1725), esta última fuera de la declaración de la UNESCO. Para recorrer este circuito, se ha creado recientemente un "Camino de las Estancias Jesuíticas", que permite descubrir en forma ordenada estos valores únicos.



Rafael de Sobremonte

Rafael de Sobremonte 
El 22 de agosto de 1783, el rey Carlos III lo designó gobernador intendente de la recientemente creada Intendencia de Córdoba del Tucumán, cargo que asumió el 7 de noviembre de 1784. Sobremonte ocupó este cargo durante trece años destacándose como un excelente administrador mandó a limpiar y arreglar las calles de la ciudad de Córdoba, ordenó la construcción de la primera acequia que llevó agua corriente a esa ciudad, proveniente del río Primero, la construcción de las defensas contra las crecientes del río y el Paseo de la Alameda (hoy Paseo Sobremonte). En 1786 abrió la Escuela Gratuita y de Gobierno, y mandó a construir escuelas en la campaña. Creó la Cátedra de Derecho Civil en la Universidad de San Carlos; mejoró administrativamente la atención del vecindario, dividiendo la ciudad en seis barrios, embelleció las plazas y paseos entonces existentes en la ciudad como la entonces llamada Plaza Mayor de Córdoba, estableciendo fuentes y luminarias entre otros detalles. Encargó el primer alumbrado público y fundó un hospital de mujeres. Mejoró la situación de la justicia, muy descuidada por la distancia con Buenos Aires. Durante su gestión mejoraron las condiciones de trabajo en las minerías, como la aurífera de La Carolina, y dio impulso a las mismas en distintas provincias de la actual Argentina. Creó fortines y poblados para lograr combatir a los malones indígenas, como los de: Río Cuarto, La Carlota, San Fernando, Santa Catalina, San Bernardo, San Rafael (Mendoza), Villa del Rosario, etc.En abril de 1804, al producirse el fallecimiento del virrey Joaquín del Pino y Rozas , fue nombrado en su reemplazo virrey del Río de la Plata.



Revolución de Mayo

Al producirse la Revolución de Mayo el 25 de mayo de 1810, Córdoba fue el bastión inicial de la oposición realista liderada por Santiago de Liniers que organizó una contrarrevolución, aunque la población en general respaldaba a la revolución, lo cual llevaba a que el poder de su ejército se viera minado por deserciones y sabotajes.12​ Desde Buenos Aires y Santa Fe se enviaron tropas que acabarían derrotando y fusilando a casi todos los cabecillas en un sitio a orillas del ramal principal del Camino Real llamado Cabeza de Tigre cercano al fortín y posta de Cruz Alta. La lápida de los ajusticiados leía Clamor, en referencia a las letras iniciales de los apellidos de los fusilados: Concha, Liniers, Allende, Moreno, Orellana y Rodríguez. Sin embargo, a pesar de ser mencionado en la lápida Orellana no fue fusilado sino que se respetó su vida por su condición de obispo.


Años posteriores

En 1813 se creó la Intendencia de Cuyo y el general José de San Martín asumió el cargo de Gobernador, separándose del control cordobés, Mendoza, San Juan y San Luis. Aunque San Martín tenía como sede de gobierno para la provincia de Cuyo la ciudad de Mendoza, debido a sus problemas de salud, frecuentemente residía en la provincia de Córdoba, lo mismo que su esposa Remedios de Escalada y la hija de ambos, Mercedes.

En el mes de noviembre de 1813, por disposición de la Junta Central de Buenos Aires, la gobernación intendencia de Córdoba fue convertida en provincia, separándose de su jurisdicción a Mendoza, San Luís y San Juan, que pasaron a integrar la jurisdicción de Cuyo, a partir de allí los ciudadanos que se desempeñaron al frente del gobierno cordobés comienzan a recibir el título de gobernador. Desde este año, hasta 1852, Córdoba enfrentó cambios de mandatos continuos, y estos cambios de gobernadores ocurrían durante un entorno turbio en la historia Argentina en sí, generando que en casi cuarenta años pasaran 14 gobernadores.

En 1814 el gobernador José Javier Díaz integró Córdoba a la Liga de los Pueblos Libres como provincia federada. La Rioja, que formaba parte de la Intendencia de Córdoba del Tucumán, desconoció esta acción del gobernador manteniéndose temporalmente en forma autónoma. El 15 de diciembre de 1817 retornan al gobierno de Córdoba los partidarios (unitarios) del Directorio de Buenos Aires, volviendo La Rioja a la situación de tenencia de gobierno.

A partir de 1815 Córdoba se transforma en el centro geográfico de la contienda entre federales y unitarios; en efecto, para ese año la provincia de Córdoba es una de las constituyentes de la Unión de los Pueblos Libres (Liga Federal) que tenía como principal referente al oriental José Gervasio Artigas, sin embargo la actitud de los gobiernos federales (a diferencia de los de las otras provincias de dicha liga) cordobeses fue contemporizadora respecto al poder establecido en la ciudad de Buenos Aires, de modo que en 1816 la provincia de Córdoba participó del Congreso de Tucumán por el cual se proclamó definitivamente la independencia argentina, en efecto para tal Congreso la provincia de Córdoba envió tres diputados, los únicos federales que pudieron participar en el mismo: José Antonio Cabrera y Cabrera, Eduardo Pérez Bulnes y Jerónimo Salguero, sin embargo los dos primeros se negaron a continuar en el Congreso cuando este fue trasladado a Buenos Aires. Córdoba junto a los otros estados históricos eran de hecho independientes y fueron predecesores de la Argentina, así formaban la Confederación Argentina, una federación de estados independientes que finalizó cuando Córdoba y el resto cedieron sus derechos para fundar una república federal.

Después del motín de Arequito el 5 de enero de 1820, el Cabildo de Córdoba depone al Gobernador-Intendente Dr. Manuel Antonio de Castro y declara la independencia federal de la provincia, nombrando al general Bustos, jefe de la sublevación de Arequito, Gobernador de la Provincia autónoma de Córdoba.

La Rioja se separó de Córdoba el 24 de enero de 1820, el coronel mayor Francisco Ortiz de Ocampo fue electo gobernador de esa nueva provincia.

Poco tiempo después el territorio de la provincia se transformó en campo de batalla entre los federales y la facción llamada de los unitarios, en ese período la provincia reforzó sus características paradojales, algunos de sus principales líderes se contaron entre los principales líderes de ambos bandos a escala nacional, destacándose las fuertes personalidades de Juan Bautista Bustos y la de su rival José María Paz.

El brigadier general Juan Bautista Bustos ingresa a Córdoba el 30 de enero de 1820 haciéndose cargo del gobierno de manera provisional hasta que fue confirmado como gobernador el 20 de marzo de ese mismo año. El gobierno que aplicó fue sobre bases firmes tendientes a organizar la provincia: • El 30 de enero de 1821 sancionó el Reglamento Provisorio de la Provincia para el régimen de las Autoridades de Ella, considerado la primera Constitución cordobesa, donde se establecía el catolicismo como religión del Estado cordobés; el voto universal, el funcionamiento de la cámara de Representantes y de la Cámara de Senadores y el período gubernativo de cuatro años, castigos por medio de latigazos a quienes delinquían. • Organizó la justicia provincial y las milicias. • Fomentó la población rural creando los departamentos de Ischilín, Tercero Arriba y Sobremonte. El 14 de marzo de 1825 se convoca a los Representantes para designar nuevo gobernador, encontrándose disputando la primera legistatura contra el Coronel Julián Martínez, quien le ganó por cuatro votos sobre tres, situación por la cual, al momento de tomar juramento al ganador, los seguidores de Bustos presentaron un petitorio declarando disuelta la Sala de Representantes y le encomendaron a su líder el ejercicio provisorio de los tres poderes hasta la reunión de la nueva Asamblea que tuvo lugar en el mes de abril de ese año, ratificando a Bustos para un nuevo mandato. El segundo mandato de Bustos finalizó después de la derrota infligida por el general José María Paz y Haedo en la Batalla de San Roque el 22 de abril de 1829.

El general José María Paz se hace cargo del gobierno cordobés desde el 23 de abril de 1829. Aplicó un gobierno con mano dura teniendo que hacer frente a la inquietud que generaban los movimientos que organizaba Bustos en las afueras de la ciudad para hacerse nuevamente del poder, recibiendo el apoyo del general Facundo Quiroga que bajada desde la provincia de La Rioja azotando la zona norte de la provincia.

El 22 de junio de ese año, los bandos se enfrentaron en la Batalla de La Tablada en donde el ejército federal de Bustos y Quiroga resulta diezmado por las fuerzas unitarias del General Paz que se encontraban comandadas por los generales Juan Esteban Pedernera y Juan Pascual Pringles. Con el objeto de pacificar la zona oeste de Córdoba, donde se ubicaban focos rebeldes de seguidores de Bustos, Pedernera y Pringles avanzaron al frente de las fuerzas unitarias logrando detener a los insurgentes a quienes fusilaron y cometieron todo tipo de desmanes y abusos en nombre de la Liga Unitaria.

El General José Vicente Reinafé asumió la gobernación de la Provincia el 5 de agosto de 1831, ejerciendo un gobierno compartido con sus cuatro hermanos a quien consultaba permanentemente.
Una de sus primeras medidas fue dejar sin efecto lo dispuesto por el general Paz y le devolvió a Juan Manuel de Rosas el manejo de las Relaciones Exteriores y de guerra de la Confederación Argentina. Debió afrontar una revolución encabezada por los hijos de Bustos y el coronel Juan Pablo Bulnes, logrando sofocarla.
Una segunda revolución fue dirigida por el general José Ruiz Huidobro, amigo y seguidor de Quiroga, la cual fue derrotada por Francisco Reinafé, esto motivó que los hermanos del gobernador tomaran a Quiroga como su enemigo personal.
En diciembre de 1834, Manuel Vicente Maza, gobernador de la provincia de Buenos Aires, envió a Quiroga a pacificar las provincias del norte, donde había estallado una guerra civil. El gobernador junto con su hermano Francisco se entrevistaron en Santa Fe con Estanislao López y al regresar, Guillermo Reinafé ordenó al capitán Santos Pérez matar a Quiroga, orden que se cumplió en Barranca Yaco en febrero de 1835.
Fusilamiento de Liniers
Fusilamiento de Liniers
Recién el 30 de mayo llegaron extraoficialmente a Córdoba las noticias del levantamiento en Buenos Aires, que fue desconocido por las autoridades locales, aferradas al poder de la colonia que representaban Sobremonte y Liniers.  Si bien en un principio la Junta Gubernativa porteña había ordenado que los prisioneros fueran trasladados a Buenos Aires, luego las medidas se volvieron más drásticas y ésta determinó los fusilamientos de los jefes de la contrarrevolución. En Cabeza de Tigre, al sudeste de Córdoba, fueron fusilados por el vocal Juan José Castelli, quien llevaba la orden del secretario Mariano Moreno de liquidar la contrarrevolución cordobesa. En ese paraje fueron ultimados Liniers, Rodríguez, Gutiérrez de la Concha, Moreno y Allende, salvándose solamente Orellana por su condición de sacerdote”, precisa la investigación de Ramos.



Córdoba en la Liga de los Pueblos Libres
Córdoba en la Liga de los Pueblos Libres
Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, la Provincia Oriental, la de Santa Fe y los pueblos de Misiones constituyeron la liga federal  también conocida como Liga de los Pueblos Libres o Unión de los Pueblos Libres, fue una confederación de provincias aliadas. Fue liderada por José Gervasio Artigas, gobernador de la Provincia Oriental (actual Republica del Uruguay) quien asumió el título de protector de los pueblos libres. Esta liga permanecio entre 1814 y 1820 cuando los portugueses atacar la banda oriental



Facundo Quiroga en la Batalla de La Tablada, óleo de Ernesto Palacios.
Facundo Quiroga en la Batalla de La Tablada, óleo de Ernesto Palacios.
La Batalla de La Tablada fue un enfrentamiento armado de las guerras civiles argentinas entre unitarios y federales en el siglo XIX. Se libró en un paraje cercano a la ciudad de Córdoba, donde actualmente se halla el barrio Cerro de las Rosas de esa ciudad​ los días 22 y 23 de junio de 1829. La victoria correspondió al ejército unitario, cuyo jefe Paz pudo consolidar su situación política y militar en la provincia de Córdoba., 


Asesinato de Facundo Quiroga.(oleo de Cayetano Descalzi  (1809–1886) )
Asesinato de Facundo Quiroga.(oleo de Cayetano Descalzi  (1809–1886) ) 
El 16 de febrero de 1835, una partida al mando del capitán de milicias cordobés Santos Pérez emboscó su carruaje en los breñales de un lugar solitario llamado Barranca Yaco, en el norte de la provincia de Córdoba. Quiroga se asomó con tono envalentonado (algo que le había dado buen resultado en las batallas) por la ventana de la galera exclamando
«¿Quién manda a esta partida?»
siendo -como toda respuesta- muerto de un tiro en un ojo por Santos Pérez. Su cuerpo fue luego tajeado y lanceado, y todos los demás miembros de la comitiva fueron asesinados también. Entre ellos se contaba su secretario, el exgobernador de la provincia de San Luis, José Santos Ortiz y un niño.


Ejecución de los asesinos de Facundo Quiroca
Ejecución de los asesinos de Facundo Quiroca
El 25 de octubre de 1837 Fueron ejecutados en Buenos Aires los hermanos José Vicente Reinafé  y Guillermo Reinafé, acusados de haber instigado el asesinato de Juan Facundo Quiroga. Los Reinafé fueron fusilados junto con Santos Pérez, jefe de la partida que cometió el crimen y tres de los soldados que tomaron parte en este bárbaro suceso.
Después, los cuerpos de los tres principales acusados fueron colgados y exhibidos en la Plaza de Mayo, durante seis horas. Con este siniestro espectáculo se daban fin a la tragedia que había tenido lugar en Barranca Yaco, el 16 de febrero de 1835. 


Época de Rosas

El gobernador culpó directamente al caudillo santiagueño Juan Felipe Ibarra, pero los sobrevivientes de la masacre denunciaron que el autor era Pérez. Al culminar su mandato José Vicente hizo elegir en su lugar a Pedro Nolasco Rodríguez, que defendió como pudo a los Reinafé en un juicio que los declaró inocentes.
Al ver que la situación no calmaba los ánimos, el general Rosas ordenó que comparecieran ante un tribunal nacional en Buenos Aires, motivo por el cual Francisco Reinafé huyó a Uruguay. José Antonio intentó huir a Bolivia pero fue capturado. El ex gobernador y Guillermo, junto con Santos Pérez, fueron enviados presos a Buenos Aires, donde fueron sometidos a un juicio que duró dos años; fueron condenados a muerte y sus bienes confiscados.
José Antonio murió en la cárcel, pero Pérez y los dos hermanos restantes sufrieron la sentencia a fines el 25 de octubre de 1837. El último hermano, Francisco, murió en 1840, peleando junto a Mariano Vera, antecesor de Estanislao López en el gobierno, contra su hermano y sucesor, Juan Pablo López.
El mando el 27 de octubre de 1835, asumió el General Sixto Casanovas después de que nadie quería hacerse cargo de la función de gobernador, pero no fue aceptado por los gobernadores federales como Rosas, Echagüe y López. Fue el encargado de capturar a Santos Pérez a quien dejó escapar y renunció a su cargo el 17 de noviembre de ese año, quedando el mando de su regimiento.

El General Manuel López se puso al frente de sus hombres y el 17 de noviembre de 1835 entró en la ciudad de Córdoba y ante la anarquía reinante no necesitó imponerse por la fuerza ya que enseguida la legislatura lo nombró gobernador interino, y el 30 de marzo de 1836 lo nombró titular. Su ministro general era Calixto María González, en quien delegó la gobernación en varias oportunidades.
 
Lopez se dirigió al sur y pactó un tratado de paz con algunas tribus indígenas, pero masacró a una tribu que no quiso pactar. Durante el resto de su gobierno, sin embargo, debió soportar varios ataques de los indígenas ranqueles.
Ordenó el gobierno, aseguró la enseñanza primaria en varios pueblos del interior, cuidó mucho el sistema de postas de la provincia, que era vital para el comercio, liquidó los últimos pueblos de indios que quedaban en la sierra y levantó un censo de la población, que mostró que había 101 000 habitantes y 14000 en la capital.
Solucionó los problemas que habían tenido los Reynafé con el obispo, pero sus relaciones con la iglesia nunca fueron buenas. Autorizó la entrada de los jesuitas y les devolvió una iglesia y un colegio que tenían en la ciudad, pero cerró el seminario y transformó su sede en casa de gobierno.
Persiguió sin piedad a los unitarios, a los que encarceló con cualquier excusa, y les prohibió ejercer empleos públicos. Pero, al menos en su primer período, resultó ser mucho más humanitario que el gobierno de Paz. No fue un hombre violento, pero enfrentó a sus enemigos con toda firmeza, sin más crueldad que la común en su época. Para él, ser federal significaba ser conservador, realizar un gobierno fuerte y "de orden", apoyar a la Iglesia, y proteger paternalmente a los pobres. Se perpetuó en el poder porque eso se creía entonces, que debía hacer un gobierno fuerte.
A principios de 1839 comenzaron a estallar sublevaciones organizadas por dirigentes de las provincias vecinas, entre ellos Domingo Cullen, ex gobernador de Santa Fe, quien huyó a Santiago del Estero. El 25 de febrero, el gobernador López derrotó en el combate de La Trinchera a los comandantes Santiago Oroño y José Manuel Salas. Poco después invadió la provincia de Córdoba desde Catamarca el ex gobernador Rodríguez, pero éste también fue fácilmente vencido por López el día 28 de marzo en Las Cañas, al norte de la capital cordobesa.
Cierta tranquilidad se logró cuando el gobernador de Santiago del Estero, Juan Felipe Ibarra, arrestó a Cullen y lo envió preso a Buenos Aires, donde fue fusilado sin ningún trámite.
En 1840 enfrentó y derrotó una nueva revolución, esta vez dirigida por Sixto Casanovas; y más tarde, una filial de la Asociación de Mayo organizó un nuevo intento para derrocarlo, que tampoco tuvo éxito.
Tiempo después, y de regreso la calma, el organizó un nuevo censo de la población de la provincia, el cual arrojó una población total de 103 280 habitantes, de los que 47 503 eran varones y 55 758 mujeres (faltaba especificar el sexo en 19 casos). 13795 habitantes vivían en la capital.
Más tarde, el gobernador partió hacia el sudeste de la provincia de Córdoba, para frenar a una posible invasión del general unitario Juan Lavalle, quien venía retirándose desde Buenos Aires después de su fallida invasión a esa ciudad. Pero, mientras estaba ausente de la capital, entró a la provincia desde La Rioja el general Lamadrid. Los conspiradores unitarios locales aprovecharon la ausencia de López para derrocarlo el 10 de octubre de 1840. En su lugar nombraron al coronel José Francisco Álvarez.
Después de ocupar Santa Fe, Lavalle se retiró a Córdoba, donde fue derrotado en la Batalla de Quebracho Herrado por el jefe del ejército federal, el depuesto presidente uruguayo Manuel Oribe. Tras reunirse en Córdoba, Lavalle y Lamadrid se retiraron hacia el norte, permitiendo al gobernador López recuperar el control de la capital. Durante unos meses, López desató una cruel persecución hacia sus enemigos, varios de los cuales fueron asesinados; en muchos casos, los responsables de estos hechos fueron los oficiales de Oribe, durante la permanencia del ejército federal en la capital cordobesa. Tras la derrota de los ejércitos unitarios a fines de 1831, el gobernador cordobés apoyó la campaña de Oribe para la recuperación de la provincia de Santa Fe, cuyo gobernador se había pasado al bando unitario.
Durante el segundo gobierno, su ministro siguió siendo Calixto María González, en quien delegó el gobierno durante sus repetidas ausencias al interior de la provincia; en ocasiones también delegó el gobierno en Claudio Antonio Arredondo, que terminaría reemplazando a González como ministro.
Durante la década de 1840, López fundó el pueblo de Achiras, construyó un cementerio más grande en la ciudad capital y reabrió la Casa de la Moneda, en la que acuñó una escasa cantidad de dinero. En 1847 reformó la constitución provincial de la época de Bustos, sancionando lo que se llamó un "Código Constitucional provisorio de la provincia de Córdoba" por el cual se le otorgaba más poder al Poder Ejecutivo provincial. Expulsó a los jesuitas de la provincia de Córdoba, pero sostuvo con fondos provinciales a la Iglesia católica, mientras que la Universidad de Córdoba, a pesar de las dificultades económicas, crecía notoriamente.
Durante todo su mandato, Rosas había ejercido no solamente como gobernador de Buenos Aires, sino también como Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, lo que de hecho se consideraba el equivalente a un Poder Ejecutivo nacional.
En 1851, cuando el gobernador entrerriano Urquiza se pronunció contra Rosas, lo declaró "loco, salvaje unitario" y, ante la sospecha de que varios de sus opositores estuvieran en connivencia con Urquiza, ordenó su inmediato fusilamiento. Durante la crisis política y militar desatada por la campaña del Ejército Grande contra Rosas, López intentó llevar ayuda militar y logística a Rosas pero, estando en viaje con sus hombres hacia la frontera con Santa Fe, lo sorprendió la noticia de la victoria de Urquiza en la Batalla de Caseros.
López volvió rápidamente hacia la ciudad de Córdoba, desde donde envió una nota de felicitaciones a Urquiza, expresándole su congratulaciones por su triunfo militar y anunciándole que para él a partir de entonces, había llegado: "el momento de recuperar nuestros derechos, usurpados durante veinte años por el déspota Rosas". Los demás gobernadores tuvieron similares gestos hacia el general vencedor de Caseros.
Urquiza decidió apoyarse en los gobiernos federales y proclamó la fórmula "ni vencedores ni vencídos". Envió a Bernardo de Irigoyen a entrevistarse con López, a quien aconsejó rodearse de funcionarios nuevos, para dar una imagen de cambio. Por ello, López nombró ministro a Alejo del Carmen Guzmán y delegó el gobierno en su hijo José Victorio López.
Los unitarios clamaban venganza, justificándola en los abusos de los años de persecución rosista. El 27 de abril de 1852, un grupo de opositores dirigidos por Manuel Esteban Pizarro realizaron una revolución sangrienta, logrando derrocar López, e instauraron en su lugar a Alejo del Carmen Guzmán .

Luego de Caseros

Ante la caída de Lopez el teniente General Alejo Carmen Guzmán fue nombrado gobernador de la provincia ese mismo día, arrestando y enjuiciando a López y su hijo, pero cuando el juzgado le confiscó sus bienes revocó la medida, debiendo hacer frente a una sublevación del mismo López.
Guzmán apoyó la política del entonces presidente Justo José de Urquiza entregando el gobierno a Roque Ferreyra en 1855 y continuando como jefe del partido federal de Córdoba.
Cuando el mandato gubernativo de Alejo del Carmen Guzmán tocaba su fin, el 17 de junio de 1855 se reunió la Asamblea de Representantes para designar nuevo mandatario. Se necesitaron dos votaciones para alcanzar una decisión por mayoría. En una primera votación, Roque Ferreyra obtuvo 11 votos; contra los 9 sufragios de Juan del Campillo y 5 de Lucrecio Vázquez. En la segunda, Ferreyra alcanzó 13 sufragios; del Campillo 9 y Vázquez 3, quedando en consecuencia el primero consagrado "Gobernador y Capitán general de la provincia".
Esa segunda denominación fue suprimida dos días después. El gobernador Guzmán comunicó la designación a Ferreyra, y el 20 de junio éste envió a aquel una carta en la que manifestaba su sorpresa. “Ha sido iguala mi confusión, al verme llamado a ocupar un destino al que, si bien pueden optar indistintamente todos los ciudadanos en un país republicano, no deben sin embargo ser promovidos sino aquellos de quien pueda esperarse prudentemente un laudable desempeño”. Luego de hacer otras consideraciones, expresó aceptar el cargo. Asumió a sus funciones el día 27 de ese mes, designando ministro general a Fenelón Zuviría.​
Entre las principales preocupaciones del nuevo mandatario estaba la de mantener la estabilidad institucional iniciada con Guzmán, revitalizar las relaciones comerciales con las provincias del Litoral y fomentar la producción a través de estímulos económicos a la ganadería y la circulación de la tierra.
Así, por Decreto del 3 de diciembre de 1855, dejó “sin efecto los decretos del 24 de octubre de 1850 y 11 de junio de 1852, que imponen un derecho a las haciendas que se extraigan de la Provincia”. En los considerandos de dicha disposición, destacaba que tal derecho era opuesto a la Cláusula de Comercio Interior de la Constitución Nacional. Asimismo, subrayaba que “ese derecho, además de ser de difícil percepción y dar mucho lugar al fraude, tiene el inconveniente económico de gravar sólo una clase de la sociedad, que además, dicho impuesto es completamente arbitrario e ilegal por cuanto no emana del Poder Legislativo, y sólo es él una disposición del Ejecutivo”.
Ferreyra, por Decreto del 24 de enero de 1856, modificó el sistema de publicidad de los actos de gobierno aboliendo la actividad del pregonero; y estableciendo que, todos los documentos conteniendo disposiciones oficiales, fueran dados a la imprenta para llegar ellos con mayor precisión a los vecinos. Hasta entonces, las disposiciones tomadas por el gobernador o aprobadas por la Legislatura se daban a conocer por medio de un bando, pregonado en las esquinas de la plaza central y en otros lugares de la ciudad, conforme a la forma tradicional que se había trasplantado a América desde los primeros días de la colonización. Desde ese instante, las publicaciones de los actos de gobierno se darían a conocer a través del diario, siendo el más importante de la época “El Imparcial”, creado en 1855 por Luis Cáceres.
El mejoramiento de la seguridad en la ciudad de Córdoba en beneficio de la actividad comercial fue un punto destacado de aquellos años. A poco de asumir Ferreyra, el 24 de julio de 1855, se sancionó la Ley Nº 89 de creación del Cuerpo de Serenos de la Ciudad de Córdoba, primer órgano policial separado del ejército.
Al instalarse el Consejo Administrativo de la Municipalidad de Córdoba, éste había dispuesto el 14 de septiembre de 1857 que las veredas en la ciudad debían ser construidas con piedra labrada o material cocido, evitándose de ese modo un rápido desgaste del pavimento con inconvenientes para los transeúntes. Pero el 9 de octubre, los miembros de la Asamblea de Representantes, considerando que debía aumentarse el alumbrado en las calles de la capital provinciana, impusieron legalmente la obligación a los propietarios de pagar "el impuesto de dos reales por cada puerta abierta a la calle", para colaborar en el sostenimiento del alumbrado público. Aunque algunos hicieron oír su protesta, expresando ser abultado dicho impuesto, se lo hizo cumplir con todo rigor.
El gobernador Ferreyra prosiguió con el reordenamiento territorial de la provincia tratando de modificar la zona de ocupación poblacional que, a pesar del incremento de habitantes registrado en el Censo de marzo de 1857 - que arrojó un total de 137079 personas en la provincia, 26.540 más que lo reflejado en el censo de 1852-, seguía concentrada en las zonas de viejo asentamiento colonial; esto es, en el centro -Ciudad de Córdoba y villas de alrededor-, norte y oeste provinciales. Así, se dividió al Departamento Punilla, dando origen al Departamento Cruz del Eje en 1856.
El 7 de octubre de 1857 se dispuso levantar la población de La Dormida en la antigua Villa San José.
El prolongado conflicto concluyó en lo militar con la Batalla de Las Playas el 28 de junio de 1863.

Finales siglo IXX

A fines del siglo XIX, con la llegada en 1870 del ferrocarril a la ciudad de Córdoba y especialmente a partir de la Exposición Industrial Nacional de 1871 cuyo solar era el hoy llamado Parque Sarmiento al ser patrocinada por el presidente argentino de origen sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento​ comenzó la modernización de la industria cordobesa; se tendieron extensos e importantes ramales ferroviarios los cuales facilitaron la gran inmigración europea, principalmente de orígenes italianos procedentes del Piamonte, el Friuli y otras regiones itálicas, así como de orígenes españoles procedentes de diversas regiones ibéricas, en menor medida inmigraron alemanes y otros germanos y franceses, luego fue también importante la inmigración de armenios y de "ingleses" (muchos de ellos británicos con orígenes escoceses, irlandeses etc; por ejemplo la ciudad de Bell Ville debe su nombre a que inicialmente fue una estancia de ganaderos escoceses de apellido Bell.). 

Los italianos y españoles inicialmente poblaron la región de la Pampa Húmeda dedicándose como chacareros a la agricultura intensiva y a la ganadería intensiva, los "ingleses" (que se sumaron al contingente existente a partir de 1808 cuando al norte, especialmente en la zona de Río Seco, de la provincia de Córdoba fueron confinados muchos de los británicos aprisionados en las Invasiones inglesas) mayormente llegaron como empleados administrativos de los ferrocarriles. 

El auge industrial que a partir de esa época obtuvo la provincia argentina de Córdoba hizo que en ella, a partir del año 1880 se construyera el primer gran dique embalse con usina eléctrica de Latinoamérica: el Dique San Roque, que al comenzar su construcción (1880) fue la obra más importante de ingeniería de toda América –debida a Juan Bialet Massé y Carlos Cassaffousth– ,23​ también de esa época fueron los grandes molinos harineros de la familia Ducasse (uno de cuyos parientes fue nada menos que Lautreamont) y los molinos harineros de los Minetti en lo que hoy es el pleno centro de la ciudad de Córdoba. A partir de fines de siglo XIX la mayor parte de la población de la Provincia de Córdoba tiene orígenes europeos.


Siglo XX

 A inicios del siglo XX se destacaron los progresistas aunque controversiales gobiernos de Ramón José Cárcano, parte de la controversia se debe a que Cárcano había sido décadas antes aliado del presidente argentino nacido cordobés Miguel Juárez Celman. También obtuvo renombre Córdoba por ser el centro de la Reforma Universitaria de 1918.

La prosperidad se incrementó al crearse el "Área Material Córdoba" durante el gobierno de Amadeo Sabattini, emprendimiento del estado nacional que significó la instalación desde el año 1927 de la Fábrica Militar de aviones, automotores, tractores, material ferroviario, material aeroespacial etc. Entre las empresas estatales y mixtas del AMC se destacaron: Dinfia, IAME, Materfer, IKA.

Tras ser depuesto el Presidente Constitucional Argentino electo democráticamente Arturo Umberto Illia que poseía amplia trayectoria en la Provincia de Córdoba y era reconocido por su probidad, en gran medida ocasionado por a la masiva campaña mediática en su contra que no escatimaba en ridiculizarlo con caricaturas, se impuso un gobierno cívico-militar de facto y luego el 29 de mayo de 1969 tuvo lugar en la ciudad de Córdoba una gran protesta social conocida como Cordobazo. La misma ocurrió durante el gobierno de la Revolución argentina, la cual se vio debilitada por el alzamiento popular. El Cordobazo comenzó con un conjunto de huelgas y asambleas más o menos organizadas, a las cuales se sumó una importante cantidad de personas autoconvocadas. Las multitudes se enfrentaron a la policía, lo cual llevó a la muerte del manifestante Máximo Mena, lo cual empeoró aún más la situación. Finalmente el gobierno de Onganía envió al ejército a reprimir las protestas. Sin embargo, esto debilitó a su gobierno y llevó a su destitución por parte de la Junta de Comandantes en Jefe de las fuerzas armadas, además de fortalecer a la dirigencia obrera.

Henia - Camiare (Comechingones)

 Los yacimientos del Embalse Río Tercero y Dique Los Molinos, indican que hacia el año 1.000 d. C. esta cultura -con los últimos núcleos de horticultores andinos- ya se había establecido.

Galería de Imágenes
recorrer parar ver ampliado anterior siguiente
Monumento "El Comechingón"
Alta Gracia, Córdoba.
Olga Argañaraz - Luis Rodolfo Ocampo (1986)

Había dos grupos con dialectos distintos: los Henia al norte, y los Camiare al sur, compuestos por varias parcialidades, en el siguiente cuadro consignamos las principales y su ubicación a inicios del siglo XVI:

Henia
Alueta Faldeos orientales de Sierra Chica, sur del Valle de Punilla y Valle de Paravachasca.
Caminigas Valle de Tulumba.
Chine Entre las actuales Dean Funes y Cruz del Eje, hasta las Salinas Grandes.
Gualas También conocidos como Guachas. Valle de Totoral.
Macaclita Valle de Calamuchita, y faldeos orientales de la Sierra de los Comechingones
Mogas Entre las Sierras de Amargasta y las Salinas Grandes.
Naure Valle de Translasierra
Sitón Valle de Punilla y faldeos orientales de Sierra Chica.
Camiare
Michilingüe Se extendían hasta la Sierra de las Quijadas por el oeste, y la Sierra de Varela al sur.
Nogolma Valle de Conlara
Saleta Al oeste de la Sierra de los Comechingones.

En términos generales las sierras centrales conservaron el patrimonio cultural del área andina meridional, pero empobrecida en sus elementos básicos revelados particularmente en las tecnologías. La metalurgia fue practicamente inexistente. En la alfarería no conocieron la policromía, elaboraban piezas sencillas con decoración de guardas geométricas incisas y estatuillas antropomorfas, que quizás representen un elemento antiguo de las culturas del noroeste.

En la "Relación en suma y de la tierra y poblaciones que Don Jerónimo Luís de Cabrera Governador de estas provincias de los juries, a descubierto donde poblar en nombre de su magestad una ciudad" que en 1573 el "adelantado" elevara a la corona española, describe la cultura:

"Las poblaciones tienen muy cercanas unas de otras que por la mayor parte a legua y a media legua y a quarto y a tiro de arcabuz y a vista unas de otras están todas.

Son los pueblos chicos que el mayor no terna hasta quarenta casas y a muchos de a treinta y a veinte y a quince y a diez y a menos porque cada pueblo de estos no es más de una parcialidad o parentela.

Y así está cada uno por sí, tienen los pueblos puestos en redondo y cercados con cardones y otras arboledas espinosas que sirven de fuerza y esto por las guerras que entre ellos tienen. Biven en cada casa a quatro y a cinco yndios casados y algunos a mas.

Son las casas por la mayor parte grandes que en una dellas se halló caber diez hombres con sus caballos armados que se metieron allí para una emboscada que se hizo. Son bajas las casas que la mitad de la altura que tienen está debajo de tierra y entran a ellas como a sotanos y esto hacenlo para el abrigo por el tiempo frío y por falta de madera que en algunos lugares por allí tienen.

Gente toda de la más vestida dellos con lana y dellos con queros labrados con pulicia a manera de los guadamecis de España. Traen todos los más en las tocas de las cabezas y tocados que de lana hacen por gala muchas varillas largas de metales y al cabo dellas como cucharas, todos los más con un cuchillo colgado con un fiador de la mano derecha que se proveen lo más dello y otras cosas que de hierro tienen de rescates.

Las camisetas que traen vestidas son hechas de lana y tejidas primeramente con chaquira a manera de malla menuda de muchas labores en las aberturas y ruedo y bocamancas.

Crían mucho ganado de la tierra y danse por ello por las lanas de que se aprovechan.

Son grandes labradores que en ningún cabo hay agua o tierra bañada que no la siembren por gozar de las sementeras de todos tiempos. Es gente que no se embriaga ni se dan por esto del beber como otras naciones de yndios ni se les hallaron vasijas que para esto suelen tener.

Es tierra que se hallaron en ella siete ríos caudales y más de setenta o ochenta arroyos y manantiales todos de muy lindas aguas. Hay grandes pastos y muy buenos asientos para poderse criar ganados en gran número de todos los que en España se crían y hacer molinos y otras haciendas con que puedan vivir prósperos los que allí vivieren. Tienen arte y parecer de tierra muy sana porque los temples son muy buenos y sus tiempos de invierno y verano como en España."

Aspecto físico y vestido

Eran de estatura elevada, se deformaban el cráneo de modo tabular erecto. Los primeros cronistas relatan que eran "barbudos como nosotros".

Usaban como vestimenta el uncu o "camiseta incaica". En las mangas y ruedo tenían decoraciones con valvas de caracol terrestre, común en las sierras. En la cabeza llevaban elaborados tocados de plumas y cobre que les caían más abajo de la cintura.

Eran "...dados a cantar y bailes y después de haber caminado todo el día bailaban y cantaban en coro la mayor parte de la noche".

Vivienda

Las viviendas eran las casas-pozo, paredes enterradas en el suelo y una techumbre relativamente baja. Eran grandes -según crónicas españolas, un grupo de 10 jinetes con sus caballos, pudieron ocultarse en una-, habitadas por cuatro o cinco familias. Las aldeas cercadas con defensas de espino, agrupaban entre diez y cuarenta.

Economía

Su economía se basaba en la agricultura, bien desarrollada, con cultivo de maíz, quinoa, porotos, zapallos, a la vez que a la cría de llamas domésticas; conjuntamente se dedicaban a la caza (guanacos, ciervos, liebres, etc.,) y a la recolección de frutos silvestres (abundaba la algarroba y el chañar, con lo que hacían bebidas fermentadas).

Utilizaban la irrigación en extensos campos de cultivo que impresionaron a los conquistadores, guardaban los excedentes en silos.

Artes

De su industria, se han encontrado instrumentos de piedra y hueso: hachas, flechas, boleadoras, pipas, etc.

Usaban el telar andino y pesas de rueca para hilar. La cerámica era simple, con pocas formas; la pintura es excepcional, con sencillas guardas geométricas incisas. En los yacimientos se han encontrado estatuillas antropomorfas, generalmente femeninas.

Se han distinguido en el arte rupestre, presente en todas las sierras.

Sociedad

La filiación era patrilienal, la comunidad familiar extensa era la base de la organización social. La autoridad de cada una de ellas estaba subordinada a un cacicazgo hereditario.

Las parcialidades tenían territorios propios -con aguadas y jagüeles- delimitados, la violación de los mismos provocaba frecuentes fricciones entre los grupos.

Guerra

Como armas usaban especialmente el arco y la flecha, con puntas de piedra y hueso; lanzas cortas, mazas y boleadoras. Usaban flechas incendiarias.

Acostumbraban ir al combate con el rostro pintado "una mitad negra y otra roja". Atacaban de noche -para que la Luna los protegiera-, en escuadrones cerrados, organizándose según fueran flecheros o portadores de fuego.

En las pestañas "Historia" y "Cosmogonía", encontrarás vínculos a temas que describen otros aspectos culturales.


Fuentes:

Argentina Indígena Vísperas de la Conquista. Alberto Rex González y José A. Pérez. Editorial Paidós. 2.000

Nunca nos fuimos, siempre estuvimos acá

 

A lo largo del siglo XX en el relato oficial, los comechingones solo existían en los libros de historia, como una “cultura extinta”.

La colonización hispánica, el trabajo forzoso al que fueron sometidos por su incorporación como mano de obra a las encomiendas, y luego por la desaparición de las “comunidades” o pueblos de indios en el periodo de consolidación del Estado-Nación argentino (1810-1880) habrían aniquilado a los originarios.

Tal como analiza Palladino en su trabajo: “Los pueblos indígenas de esta provincia quedaron sujeto a una literatura académica que sostenía dicha extinción, reforzando los imaginarios que preterizaron a estos pueblos, ubicando la posibilidad de su existencia solo en el pasado y en los espacios rurales de la provincia”.

Sin embargo, a finales del siglo XX y a comienzos del siglo XXI se hicieron públicos los procesos de adscripción de comechingones y la formación de comunidades indígenas en diferentes zonas, predominantemente rurales, del territorio provincial.

Una de las primeras en reorganizarse fue la comunidad Comechingón del Pueblo de La Toma, a finales del 2007 y comienzo del 2008. Esta comunidad ha tenido la particularidad de ser la única que se reivindicó en un espacio urbano, como indígenas preexistentes a la fundación de la ciudad de Córdoba (1573).

“Las familias que se identifican indígenas-comechingones del Pueblo de La Toma no siempre lo hicieron público por una cuestión de estigmatización negativa que ocurrió durante varios siglos en nuestra ciudad, en sintonía con el país. No todos decidieron identificarse como indígenas y, de hecho, en varias familias la adscripción se pierde porque manifestarse como indígena cargaba el costo de la humillación social”, cuenta el investigador.

Desde que la Toma se invisibiliza como comunidad indígena a finales del siglo XIX y comienzos del XX y pasa a denominarse barrio Alberdi, quienes mantuvieron esa pertenencia lo hicieron a partir de la transmisión oral en el espacio privado.

“Absolutamente todas las familias que hoy se reconocen como comechingones o comuneros expresan haber mantenido en el espacio familiar la identidad indígena. Un comunero actual me manifestó varias veces que su madre no le permitía adscribirse como una forma de resguardarlo. Para algunxs, no enunciar la identidad indígena les permitía también salvar su existencia social frente a la condición peyorativa que significó ser indígena en una Córdoba orgullosa del hispanismo”, explica Palladino.

Su resurgimiento en la esfera pública, a partir de 2007, tuvo y tiene reverberancia en toda la historia de la ciudad y llega hasta el presente para poner en cuestión los imaginarios de la identidad local y nacional que, tal como plantea el investigador “han sostenido la extinción de las comunidades y al mismo tiempo europeizado a la población local”.

Este relato, arraigado en la invisibilización de las identidades aborígenes y en un imaginario que los situaba en una lejanía en términos espaciales y temporales, provocaron que la comunidad sea muchas veces cuestionada en su “autenticidad indígena”. Ante este cuestionamiento, la comunidad fortaleció el relato de continuidad territorial con el pasado.

De esta manera comenzaron a reconstruir una narrativa histórica territorial que instituye un relato cronológico y lineal del presente. “Esto es factible a partir del cruce de memorias orales con fuentes de archivos documentales y catastrales. Mientras las fuentes orales articulan episodios del siglo XIX y XX recurriendo a la transmisión oral de padres o abuelos de los comuneros; las fuentes de archivo permiten rescatar acontecimientos desde los tiempos inmemoriales. Las fuentes históricas, entendidas como herramientas de las clases hegemónicas que historiaron en clave “invisibilizadora” son utilizadas, manipuladas, leídas a contrapelo”, tal como se describe en el trabajo de Palladino.

De esa manera, la sistematización de documentos históricos en el proceso de comunalización ha contribuido a fortalecer la posición de que existe un pasado que no solo se hace presente en la memoria oral, sino que también se encuentra registrada en fuentes oficiales. Se convierten en “evidencia empírica” sobre la existencia de la comunidad en el pasado.

“Atender a los sentidos disputados por las comunidades aborígenes en sus procesos de comunalización nos permite también dar cuenta que los imaginarios hegemónicos sobre la nación y lo nacional se perpetúan. Analizar la reconstrucción del pasado en contextos de disputas de autenticidad, nos permite revisar y desnaturalizar estos imaginarios sociales hegemónicos”, concluye Palladino.